Víctor de la Serna

Reporterismo muy sesgado

En CNN+, la emisora de información de Digital+ (grupo Prisa), emitían este fin de semana un perfil del juez Baltasar Garzón que habría que guardar en la hemeroteca para utilizarlo como ejemplo de documental descaradamente sesgado, de muestra modernizada y pixelizada de las más rancias técnicas propagandísticas de los extremismos políticos del pasado siglo. Agit-prop digital.

Ahí contemplamos un despliegue de las hazañas judiciales de Garzón: Garzón contra los terroristas, Garzón contra los narcotraficantes, Garzón contra Augusto Pinochet y demás dictadores del ancho mundo. Garzón el valiente, el quijotesco defensor de los derechos de la ciudadanía, sin arredrarse ante las oscuras fuerzas del mal. Y, ¿qué recompensa recibe? Su suspensión en la Audiencia Nacional «por intentar investigar los crímenes del franquismo».

Dejaba sin respiración el salto informativo, conceptual y factual entre la narrativa épica de las proezas del buen juez y el abrupto final con la terrible injusticia cometida. Ninguna mención al pequeño detalle de la acusación por prevaricación, por saltarse a sabiendas la legalidad vigente, que motiva la suspensión del magistrado. Ninguna mención a las variadas causas abiertas al juez, que dejan patente su desenvoltura frente a las leyecillas que rigen para los demás mortales pero que no pueden ni deben interferirse en su aplicación de una Ley Suprema y Moralmente Superior (con mayúsculas, por favor): la anulación del derecho a la defensa de ciudadanos imputados inherente en la orden de realizar escuchas telefónicas que la ley prohibe, por ejemplo. Y qué importa pedir un pastón a un banco y luego sobreseer una causa contra ese banco, cuando uno sirve a la LSMS (ver más arriba) y navega por las aguas de una ética angelical.

Todo eso lo soslayan, no sólo en CNN+, sino en los diferentes medios dedicados al panegírico de su idolatrado juez.

Ayer, en la tertulia matutina de TVE-1, el director de Público, Jesús Maraña, manifestaba gran extrañeza por la celeridad con la que el juez Luciano Varela ha decidido abrir el juicio a Garzón, e incurría en un leve desliz freudiano al afirmar que parecía que Varela no quería «dejarle escapatoria». Tenía que ser Marisa Cruz, de EL MUNDO, la que recordase a Maraña un pequeño detalle: que la prisa ha sido la de Garzón solicitando con gran urgencia marcharse al Tribunal de La Haya, justo cuando avanzaban las causas contra él. Los exégetas del juez suelen ver siempre el vaso, no ya medio lleno a su favor, sino rebosante de buenas razones mientras que quienes no comulgan con él lo tienen vacío y no actúan más que por inconfesables razones económicas y siniestros odios ideológicos.

Seamos un poco serios, por favor.