¡CAMPEONES!!!!!!

¡CAMPEONES!!!!!!

martes, 11 de mayo de 2010

Jon Juaristi

Traducción

Como las derechas son de Marte y las izquierdas de Chueca, hay que extremar la prudencia en las críticas a la corte de la Zapatera Prodigiosa, pues te convertirán en reo de machismo al menor desliz. No es aconsejable levantar el dedo a las ministras ni a las chambelanas. Los eunucos mediáticos del serrallo andan al acecho, esperando que te pases un pelín para ponerte de landrú y mal hombre. Te podría hablar de unos cuantos que interpretan cualquier mención a Bibiana Aído, si de ti parte, como violencia de género, y, claro, con esa fama de maltratador, por más cortesía que derroches en tus columnas, a ver quién es la suicida que se te acerca en un cóctel.
Es obvio que para los izquierdos y las izquierdas no rige la misma moral cuando se trata de emprenderla, por ejemplo, contra Esperanza Aguirre, mi Dama Comandante. O sea, ni caso. Que les ondulen, y tú, a lo tuyo, sin preocuparte de unas apariencias cada día más engañosas en lo que a identidades sexuales se refiere. Motivos no te han de faltar. Considera el proyecto de transformar el Senado en un gallinero, auspiciado por doña Leire Pajín Iraola. Algo tendrías que decir sobre este asunto, pero no te recomendaría insistir demasiado sobre la sonada intervención políglota de la senadora autonómica en la sesión del pasado 27 de abril, porque correrías el riesgo de desviarte de lo esencial. Tal alarde -un poco grotesco, sin duda- constituye el aspecto más trivial de una cuestión, por otra parte, ya decidida gracias a la mayoría de izquierdas y nacionalista en la Cámara Alta. La senadora Pajín demostró ampliamente que es capaz de leer un texto en vasco y de chapurrear en gallego y lemosín, lo que debió proporcionar una inmensa y doble satisfacción a su vanidad, no sólo por sentar plaza de truchimana sino por la ilusión -ilusoria, sobra redundarlo- de verse defendiendo lenguas oprimidas frente al franquismo de la oposición. Pero ni las lenguas en que se lució están oprimidas ni la bronca de la bancada popular era franquismo, sino protesta lógica ante una evidente payasada.
Ahora bien, la reacción de los senadores del PP a la propuesta de la senadora socialista no fue muy feliz. Confundieron el problema, que no estriba en el uso potestativo de las lenguas regionales sino en la exigencia de traducir las intervenciones que eventualmente se realicen en las mismas. Aquél no es objetable. Sus señorías pueden expresarse en la lengua que les venga en gana, pero no se ve ni mínimamente claro que les asista un correlativo derecho a ser traducidos al español a expensas del presupuesto público. No es razonable que se invierta un solo euro en semejante disparate. Porque, más que de despilfarro, cabría hablar entonces de malversación del dinero común de los españoles en una operación puramente partidista que sólo busca afianzar los vínculos del PSOE con los nacionalismos, y ahí es, precisamente, donde el PP tendría que haber dado la batalla.
En otras palabras, si los senadores vernáculos quieren traducción, que se la paguen de sus bolsillos, y, si no están dispuestos a ello, que asuman el riesgo de que sólo les entiendan los de su cuerda. Nadie les debe impedir que hablen en lo que quieran, ni incluso que, si tal fuera su gusto, acudan al trabajo en carro chillón o vestidos de pelotari o de fallera mayor, como hacían algunos próceres isabelinos de provincia cuando iban a los madriles. Pero que el carnaval no corra a cuenta del erario.
En fin, si te atuvieras a estos sanos consejos, no se te podría tachar de misógino, ¿verdad? Que te lo has creído. Ya me lo contarás el lunes.

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