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jueves, 20 de mayo de 2010

José Mª Carrascal

Proxima estación: reforma laboral

Citar la reforma del mercado laboral hace sólo una semana era anatema en los círculos autodenominados progresistas. Un atentado contra los derechos de los trabajadores, una muestra de la avidez capitalista. Pero resulta que, hoy, la reforma laboral forma parte del programa del Gobierno. «Si los agentes sociales no se ponen de acuerdo, se la impondremos», ha dicho Zapatero. Claro que, antes, Bruselas se la había impuesto a él. Si no haces la reforma, te la hacen. Así da gusto. La reforma del mercado laboral es tan necesaria en España como disminuir el déficit, al ser en el fondo la misma cosa. Nuestro mercado laboral es, por una parte, tan rígido, y por la otra, tan caótico que está impidiendo cualquier intento de crear empleo estable, sin el que no hay recuperación posible, al no haber suficientes cotizantes a la Seguridad Social ni contribuyentes a la Hacienda Pública.
De entrada, tenemos dos clases de trabajadores, los de empleo fijo, con un sueldo asegurado y todo tipo de derechos adquiridos, y el resto, sin apenas derechos y expuestos a todo tipo de calamidades. Con el agravamiento de que el número de los primeros disminuye por jubilación o muerte sin ser repuestos, mientras el de los segundos crece, al resultarles más ventajosos a las empresas. Los sindicatos se han dedicado a defender a capa y espada los derechos de los fijos, ocupándose tan sólo de boquilla de los temporales, demostrando una vocación clasista indigna de ellos. Aunque ¿qué podía esperarse de unas organizaciones sostenidas por las arcas públicas, que los gobiernos procuran acallar con subvenciones y prebendas de todo tipo, como esos dieciséis millones que acaba de concederles? De hecho, los sindicatos son hoy el mayor obstáculo para la creación de empleo en España, y encargarles la reforma laboral es como encargar a la zorra del gallinero. Ahí los tienen, movilizándose a favor de Garzón en vez de buscar salida a los cuatro millones de medio de parados.
Junto a ellos, hay toda una legislación con el rótulo de «social», que no se sostiene en la economía global de nuestros días. ¿Cuántas empresas han quebrado por no poder asumir los costes de su plantilla? ¿Cuántos jóvenes sólo han conseguido un contrato «basura», por el temor de las pequeñas empresas a darle otro? Suele ponerse como ejemplo de lo que no se debe hacer a Grecia, donde un trabajador puede jubilarse a los cincuenta años con plena pensión, si ha ejercido «un trabajo peligroso». Incluyendo en los mismos el de peluquero, «por manejar productos químicos». Pero es que en España hemos estado jubilando a personas con esa edad y nadie ha dicho nada. Quiero decir que con el mercado laboral que tenemos, todos los recortes anunciados no servirán de nada, al no crearse empleo.
Vamos a ver si Zapatero logra reformarlo. Seré el primero en aplaudirle, y les pongo a ustedes como testigos.

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