LA POLÉMICA NACIONAL
Culpa de ZP o culpa de S&P, según a quien se atienda
Unos medios culpan directamente al Gobierno por su 'tancredismo'; otros, al empedrado (los impresentables de Standard & Poor's) o minimizan el impacto de la tempestad.
Entre los primeros, 'Expansión', que en un editorial proclamaba: «Si en febrero el Gobierno pide un voto de confianza a los mercados asegurando que recortará el gasto de manera drástica, que reestructurará el sistema financiero, que emprenderá una importante reforma laboral y que revisará el sistema de pensiones, y tres meses después el resultado es un fallido pacto de Zurbano con medidas alicortas es lógico que los inversores empiecen a desconfiar. Y más que lo harán si el Gobierno sigue enrocado en que está gestionando la crisis de maravilla. [...] Si Zapatero no reacciona después de este serio aviso es evidente que el mayor riesgo al que se enfrenta la economía española es la propia actitud del presidente». En cambio, María Jesús Fernández, analista de la Fundación de las Cajas de Ahorro, expresaba en 'Cinco Días' escasa preocupación, lo cual sería más creíble si esta comentarista estuviese algo más alejada del epicentro de esta crisis: «Puede tener sentido [...] el hecho de que España, que ha sufrido una pérdida irrecuperable de ingresos fiscales, cuya capacidad competitiva frente al exterior es más bien floja y sus perspectivas de crecimiento para los próximos años son reducidas -aunque no tan bajas como dice Standard & Poor's-, además de ser un país poco ahorrador, muy endeudado e importador neto de recursos financieros del exterior, sufra una rebaja en su valoración crediticia. Pero tampoco hay que rasgarse las vestiduras. Esto no significa que los mercados consideren insolvente al Estado español, ni que nos espere el mismo destino que a Grecia».
Le replicaba Carlos Herrera desde 'ABC': «Quien argumenta sólo eso no argumenta toda la verdad. Frente a la visión gubernamental de que 'Aquí No Pasa Nada Grave', otras voces razonables manejan argumentos complementarios a los anteriores: las agencias se equivocan, sí, pero casi siempre por exceso de optimismo, y no se caracterizan por meterle intencionadamente el dedo en el ojo a los gobiernos; los pronósticos del Gobierno español han fallado mucho más que los de las agencias; cualquiera de las otras dos que no han variado su calificación puede variar sus pronósticos»...
Pero el ex ministro Miguel Boyer se decantaba, en 'El País', por despreciar a los agoreros: «Los que exageraron el optimismo y la confianza en el auge pasado ahora exageran, notoriamente, el pesimismo sobre la solvencia de las deudas públicas y privadas de un cierto número de países. Lo mismo que hubo mucha gente que ganó dinero insuflando alegría a espuertas entre los inversores y los bancos, en esta delicada fase de incipiente recuperación económica y perentorias necesidades financieras, la propagación del pesimismo aumenta las primas de riesgo de los prestamistas de toda clase. (...) Alemania no romperá la Eurozona, abandonando a Grecia». España, claro, incólume. ¡Y qué mala esa Angela Merkel, manteniendo las dudas para no fastidiarse las elecciones!
Entre los primeros, 'Expansión', que en un editorial proclamaba: «Si en febrero el Gobierno pide un voto de confianza a los mercados asegurando que recortará el gasto de manera drástica, que reestructurará el sistema financiero, que emprenderá una importante reforma laboral y que revisará el sistema de pensiones, y tres meses después el resultado es un fallido pacto de Zurbano con medidas alicortas es lógico que los inversores empiecen a desconfiar. Y más que lo harán si el Gobierno sigue enrocado en que está gestionando la crisis de maravilla. [...] Si Zapatero no reacciona después de este serio aviso es evidente que el mayor riesgo al que se enfrenta la economía española es la propia actitud del presidente». En cambio, María Jesús Fernández, analista de la Fundación de las Cajas de Ahorro, expresaba en 'Cinco Días' escasa preocupación, lo cual sería más creíble si esta comentarista estuviese algo más alejada del epicentro de esta crisis: «Puede tener sentido [...] el hecho de que España, que ha sufrido una pérdida irrecuperable de ingresos fiscales, cuya capacidad competitiva frente al exterior es más bien floja y sus perspectivas de crecimiento para los próximos años son reducidas -aunque no tan bajas como dice Standard & Poor's-, además de ser un país poco ahorrador, muy endeudado e importador neto de recursos financieros del exterior, sufra una rebaja en su valoración crediticia. Pero tampoco hay que rasgarse las vestiduras. Esto no significa que los mercados consideren insolvente al Estado español, ni que nos espere el mismo destino que a Grecia».
Le replicaba Carlos Herrera desde 'ABC': «Quien argumenta sólo eso no argumenta toda la verdad. Frente a la visión gubernamental de que 'Aquí No Pasa Nada Grave', otras voces razonables manejan argumentos complementarios a los anteriores: las agencias se equivocan, sí, pero casi siempre por exceso de optimismo, y no se caracterizan por meterle intencionadamente el dedo en el ojo a los gobiernos; los pronósticos del Gobierno español han fallado mucho más que los de las agencias; cualquiera de las otras dos que no han variado su calificación puede variar sus pronósticos»...
Pero el ex ministro Miguel Boyer se decantaba, en 'El País', por despreciar a los agoreros: «Los que exageraron el optimismo y la confianza en el auge pasado ahora exageran, notoriamente, el pesimismo sobre la solvencia de las deudas públicas y privadas de un cierto número de países. Lo mismo que hubo mucha gente que ganó dinero insuflando alegría a espuertas entre los inversores y los bancos, en esta delicada fase de incipiente recuperación económica y perentorias necesidades financieras, la propagación del pesimismo aumenta las primas de riesgo de los prestamistas de toda clase. (...) Alemania no romperá la Eurozona, abandonando a Grecia». España, claro, incólume. ¡Y qué mala esa Angela Merkel, manteniendo las dudas para no fastidiarse las elecciones!
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