¡CAMPEONES!!!!!!

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lunes, 11 de octubre de 2010

Juan Velarde Fuertes

Europa, mi natura; Norteamérica, mi ventura; ¿Iberoamérica, mi sepultura?

El mundo empresarial español hará muy bien en repetir una y otra vez esas estrofas de las épocas de nuestros Tercios implicados en las contiendas europeas. España entonces era su natura; Italia, su ventura y Flandes su sepultura. Y ahora, cuando se cumplen los dos centenarios del comienzo del movimiento independentista iberoamericano, otros duros luchadores, los empresarios españoles, ¿deben emplear esas mismas letras?
En 1808 todo comenzó a cambiar en España e Iberoamérica. Un siglo después, en 1908, al comparar la suerte de los americanos y la de los españoles parecía dar la razón a los primeros. Pero no sucede igual en 2008. Cien años más adelante todos los países iberoamericanos han pasado a tener ahora menos PIB por habitante que España y a retroceder respecto a sus porcentajes de 1908 cuando existen éstos, porque para muchos los datos macroeconómicos comienzan a calcularse bastante después.
No se diga que se ha escogido 2008 por ser un año de crisis. Como señalan Sonsoles Gallego, Luis Molina y José María Serena, en su artículo «La crisis financiera global en América Latina y Europa del Este. Un análisis comparado», publicado en el «Boletín Económico» del Banco de España, mayo 2010, «América Latina registró entre 2002 y 2008 el ciclo más largo y dinámico de crecimiento desde los años setenta, una vez superadas las crisis que asolaron la región a finales de la década de los noventa». Se trata, como se explica muy bien en este artículo de una expresión ligada a un notable aumento de los precios de las materias primas, lo que originó que, «a diferencia de periodos expansivos anteriores, el crecimiento económico fue compatible con una posición exterior sólida y menos dependiente de la financiación exterior».
Por otro lado, en el citado artículo de Sonsoles Gallego, et al. se observa, por un lado la que puede calificarse de muy correcta política económica y desde luego financiera de Iberoamérica, lo que permite considerar que «las perspectivas a corto plazo se perfilan como más favorables» que las de la Europa del Este, que en paralelo exponen en su artículo.
Pero a largo plazo, los países de la Europa oriental disponen del «ancla europea» que «proporciona un marco institucional que promueve la convergencia. América Latina; en cambio, se ha beneficiado de la mejora en la calidad de las políticas económicas aplicadas y de la reducción de vulnerabilidades. Sin embargo, dada la ausencia de un marco de convergencia (en el caso iberoamericano)…, el mantenimiento de la estabilidad macroeconómica y las mejoras de productividad, elementos clave en los próximos años, tendrán que venir de la mano de la aplicación de las necesarias reformas estructurales por parte de los diferentes países de la región».
Claro que a ello hay que agregar que en el año 2010 la región parece que va a expansionarse en torno al 5%, pero quedan muchos puntos preocupantes aún. Para empezar, que en esa región, como destaca el artículo «Nobody's backyard», en «The Economist» de 11 de septiembre de 2010, la distribución de la renta sea más desigual que en cualquier otro lugar del mundo véanse los trabajos de Luis F. López-Calva y Nora Lustig a lo que se suman los muy generalizados altos niveles de corrupción de estos países. Agréguese el alto grado de dependencia que tienen, unos de la coyuntura de los Estados Unidos, y otros de la de la India y China. El fuerte desarrollo actual de estos últimos puede originar algún tropezón muy serio en Iberoamérica, y la crisis norteamericana está lejos de haberse superado. El débil crecimiento de la productividad es otro factor a tener en cuenta y esto se complica porque la región, como se señala en el artículo que se acaba de citar, «ni ahorra ni invierte suficientemente, ni tampoco educa o innova» lo necesario. La competitividad se logra, muchas veces, gracias a una economía informal. Y, a su lado, también contemplemos a México en estos momentos ha surgido, e incluso se ha afianzado, una economía criminal. Véase en ese mismo ejemplar de «The Economist» el artículo «The dark side». Además el Banco Central Europeo, en el «Boletín Mensual» de septiembre de 2010 señala que, en general, «la actividad económica en América Latina ha repuntado rápidamente desde el segundo semestre de 2009», si bien, de cara al futuro, «se prevé que la recuperación pierda fuerza con la gradual retirada de las medidas de estímulo fiscal».
En todo lo señalado es donde debe radicar el análisis de nuestros empresarios cuando quieran invertir a largo plazo en Iberoamérica. Los señuelos a corto suelen dar muchos disgustos. Porque esta región, si bien pudiera ser la ventura, también puede causar la sepultura si no se estudian muy bien todas las características económicas de ella, muy dispares entre unos y otros países. Por ejemplo, Venezuela aparece con un derrumbamiento en 2010 del PIB de un 3,8%, un IPC en agosto de 2010 que señala una tasa anual de 30,0%. Compárese con Chile, que se prevé aumentará su PIB en 2010 en un 4,8%, con una inflación en agosto del 2,6%. La disparidad es manifiesta. ¿Habrá, pues, simultáneamente venturas y desventuras iberoamericanas?

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