¡CAMPEONES!!!!!!

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martes, 7 de diciembre de 2010

David Gistau

El escribidor y la melancolía

Los jugadores del Real Madrid se aferraron esta semana al tópico de que el fútbol da revancha. El caso es que uno ya se lo había oído decir después del 2-6, y del 0-2, después de cada una de las cinco derrotas consecutivas contra el Barcelona, por lo que vamos acumulando más vendettas pendientes que la N'Drangueta. Que el fútbol dé revancha es casi lo que asusta, porque obliga a repetir un Clásico que se ha convertido para el Madrí en el cristal contra el cual choca una y otra vez la mosca que intenta salir al jardín. El sábado, el Real Madrid volvió a la rutina de ganar en Liga a todo lo que no sea Barsa, como con Juande y Pellegrini, sólo que ahora acaso la frustración sea mayor, porque Mourinho era una solución infalible, después de la cual sólo cabe la resignación de las glorias fatigadas: una añoranza de lo que antaño se fue que uno siempre vislumbra en el silencio y la piedra gastada de los viejos blasones de Castilla.

En Chamartín hubo una aparición dignificante, la de Mario Vargas Llosa, que fue honrado por una ciudad que ha hecho suya y que alguna vez fue su asilo. La presencia del escritor sugiere otro tópico, el que obliga a preguntar cuándo empezó a joderse el Real Madrid de Mourinho. Si a raíz de la manita en el Camp Nou hubo estragos psicológicos, contra el Valencia, como han señalado José Sámano y Orfeo Suárez, se notó en que Mourinho suspendió la terapia con la que intentaba rescatar a Benzemá de su bruma temperamental y regresó a cautelas y blindajes, postergando para semanas mejores el afán de gustar y el aroma de aventura que tuvo hasta el pasado lunes la cabalgada del Real Madrid. Esperemos que no se sienta tan escarmentado como para renunciar definitivamente a ese pacto con la afición y la tradición madridistas, que le pedían un estilo dominador y apetente de pelota. Buena parte de la reconstrucción posterior a lo que Ruiz Quintano ha llamado la Noche Triste, la del degolladero de los conquistadores, pasa por lograr que un solo partido fatal no sea tan hiriente como para acarrear la renuncia a una voluntad de estilo, como para asumir un complejo gregario que pese tanto como un destino.

Lo malo es que falta media Liga para esa revancha que da el fútbol y a la que el Madrí debería llegar más afilado, más enfadado y menos pasmado que en el Camp Nou, donde desistió en el mismo túnel de vestuarios como si le hubiera aquejado el síndrome de Stendhal. Durante esa media Liga, será difícil enardecer el ambiente y conceder a Mourinho la reputación de azote de Dios. Porque el Madrí podrá ganar a quien se le ponga delante, y lo que dirá la chismografía es que no está ganando al Barcelona. Porque Cristiano podrá salvar tardes con dos goles como los del sábado, y lo que se dirá es que no sabe cómo metérselos al Barcelona. Porque Özil podrá iluminar los cauces del último pase, y lo que se dirá es que en el Camp Nou, en las tardes bravas, las de verdad, se queda apagado o fuera de cobertura. Este Real Madrid no ha sido destruido. Pero sí ha visto cómo le ha sido prolongada una penitencia de muerto viviente de la que sólo se liberará cuando por fin se dé un gran partido contra el dueño del canon ante el cual lleva años sintiéndose apocado. Hasta que tenga, otra vez, la oportunidad de hacerlo, cada partido menor de los que esperan será un trance melancólico, como la muesca que el preso araña en la pared para señalar los días lentos de su condena.

Por último, lo de Guardiola y su ataque de victimismo nacionalista. ¿De verdad cree que se le trata mal? Y, lo que es más importante, ¿de verdad cree que se le trata mal por ser de Cataluña? Lo dice el entrenador que de forma más unánime, hasta el empalago, ha obtenido la adulación general, y ahora usa una coartada política para encubrir su cumplimiento antojadizo del reglamento. A ese Sporting que se metió ocho horas de autobús, querría yo verlo presentando excusas identitarias para hacer lo que le salga de los mismísimos, faltando el respeto al rival y a la competición.

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