¡CAMPEONES!!!!!!

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lunes, 6 de diciembre de 2010

Pedro G. Cuartango

El espectáculo del secreto

JULIAN ASSANGE | EDDIE CHAPMAN

Hasta ahora creíamos que el Departamento de Estado americano guardaba grandes secretos inalcanzables para el común de los mortales.
Lo que más sorprende de la última filtración de Wikileaks es el carácter irrelevante de esa información: el contenido de los documentos es una mezcla de chismes, anécdotas y recortes de prensa.
Lo único que confiere valor a la publicación de estos documentos es su carácter secreto. De haber estado almacenados en un archivo público, nadie les hubiera prestado atención.
Lo que está haciendo Julian Assange, el fundador de Wikileaks, me recuerda mucho al caso de Eddie Chapman, apodado Zigzag, doble agente británico durante la II Guerra Mundial.
Chapman, teledirigido por el MI5, se infiltró en la Abwehr, el servicio militar de espionaje alemán. Fue promovido a capitán, recibió gruesas sumas de dinero y fue condecorado con la Cruz de Hierro por datos que sacaba de los periódicos o que eran directamente inventados.
Los alemanes creían que Chapman era una mina de oro, pero en realidad les facilitaba información falsa sobre la ubicación de las fábricas de aviones de la RAF o sobre el impacto de las V-1 en Londres.
Para convencer a la Abwehr del valor de los mensajes de Chapman, el MI5 encargó a Ian Fleming que montara un incendio simulado en una nave abandonada que había sido señalada por Eddie Chapman como una fábrica de armamento.
Chapman era un delincuente de bajo nivel con un increíble talento para el engaño. Iba vestido con el uniforme del Ejército alemán y llegó a ser felicitado por Hitler por sus servicios.
Julian Assange ha rendido un gran servicio a la verdad al filtrar los papeles de las guerras de Irak y Afganistán. No entro a juzgar sus motivaciones, pero ello permitió al mundo conocer la ignominia de esos conflictos. Eso sí que eran prácticas que comprometían al poder.
Pero los documentos del Departamento de Estado ponen en evidencia que la diplomacia estadounidense opera con la misma información que cualquier ciudadano que lea los periódicos.
En la Guerra Fría, los periodistas iban detrás de los políticos para desentrañar las claves de lo que sucedía. En la era de internet, son los políticos los que van detrás de los periodistas para enterarse de las cosas.
Ello pone en cuestión la propia noción de secreto de Estado, reducido a simple cotilleo según los papeles de Wikileaks.
Siempre he pensado que si una persona pudiera acceder a los archivos de la CIA o el KGB quedaría profundamente decepcionada al constatar su irrelevancia.
Yo creo que vivimos en un mundo con muy pocos secretos, por mucho que algunos se afanen en presentarnos como valiosa información lo que está sobre la mesa y a la vista de todos, como la carta robada del cuento de Edgar Allan Poe.
Hoy el secreto es espectáculo.

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