¡CAMPEONES!!!!!!

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domingo, 5 de diciembre de 2010

David Gistau

Fuera de control

Llegado a Buenos Aires para unos días, descubro que en los mentideros porteños encuentran cierta identificación con la regresión española: «Ya sois como nosotros. Campeones del mundo de fútbol y tercermundistas». En el bucle melancólico que nos devuelve a los 80, con Rubalcaba como magdalena de Proust, lo único que va a faltar es el Naranjito, ya que la FIFA desvió a Rusia el Mundial'18.

Por lo demás, España vuelve a ser una nación del arrabal europeo, en la que los artistas viajan en furgones celulares y donde, por culpa del sabotaje de los controladores aéreos, de pronto son rescatados términos propios del casticismo, tales como el de la autoridad militar, «por supuesto». Mientras los coroneles se convierten en el pelotón spengleriano que ha de salvar el puente de la Constitución, cabe preguntarse si no estaremos asistiendo al ensayo general con todo de un Régimen dispuesto a solapar su fracaso con una excepcionalidad impuesta por decreto. Pensar que hubo quien llamó golpista a Aznar aunque no sacara soldados ni declarara estados de emergencia aun habiendo casi 200 muertos en los trenes...

Lo ocurrido en los aeropuertos revela qué puede pasar cuando un ciclo terminal se encomienda a un jefe de la policía desacomplejado. Sedición, traición, ley militar, calabozos: he ahí la retórica de un mecanismo que ha hecho su primera demostración de fuerza, justo después de que el presidente del Congreso ordenara grilletes para actores que no gritaron ni la mitad que cuando el No a la guerra.

Y que ingresa en nuestra vida pública aprovechándose del profundo resentimiento popular contra los controladores, que se esfuerzan por ser detestados, todo hay que decirlo, y contra los cuales este mismo periódico ha pedido en un editorial castigos tales que deberían, para darnos alivio, atravesar España anudados en una cuerda de presos hacia galeras. Vuelve a comprobarse que gobernar consiste en señalar a quién hay que odiar.

No hay fotogenia en las vindicaciones de los ricos: sólo los pobres con coartada sindical pueden paralizar un país con impunidad y comprensión. Los controladores, con la apetencia de linchamiento que los envuelve, se han convertido en el blanco ideal para que un Gobierno se ensañe y así repare síntomas de debilidad tan escandalosos como la renuencia a condenar a Marruecos. Salieron los soldados, se declaró un estado de emergencia más o menos arbitrario, fue rescatado un lenguaje de justicia más propio de los que prefieren vencer a convencer. Y a nadie le ha importado. Si lo llega a hacer un Gobierno de derechas, por ejemplo en el 11-M, ya estaría proclamado el eterno regreso de los asesinos de Lorca.

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