¡CAMPEONES!!!!!!

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martes, 13 de abril de 2010

César Vidal

Los cuentos de Aído

El Ministerio de Igualdad es un engendro inútil, sectario y carísimo, pero hay que reconocerle también una capacidad envidiable para provocar las carcajadas de aquellos que todavía conservan el sentido común. La penúltima de la ministra Aído consiste en una propuesta para realizar un cambio radical en los cuentos que se relatan a los niños de tal manera que se vean adecuados a ese amasijo diabólico conocido como ideología de género. ¿Se puede llevar a cabo tan prodigiosa mutación? Creo que sí. Por ejemplo, se podría cambiar el cuento del enano saltarín por el de la enana periodista. En lugar de un personaje de nombre impronunciable de género masculino, nos encontraríamos con una albondiga progre, partidaria del aborto y del feminismo, que aparecería en multitud de tertulias dando dentelladas a los que no se doblegaran ante los dictados de la izquierda. Otra posibilidad sería sustituir a la ratita presumida que cometía el pecado nefando de barrer su casita, tralarálarita, por la rata albina. En ese caso, podría tratarse de otra figura de la progresía que, procedente del clericalismo más rancio en la época de un tirano, acababa convertido en comisario de medios del partido bueno e incluso llegaba a cambiarse el nombre de pila por uno catalán. Como muestra de cómo su pasado malvado había quedado redimido, su pelo se convertiría de negro en blanco, blanquísimo. O también se podría narrar el cuento del ministro bueno que era hijo de uno de los soldados de un tirano bajito y de voz aflautada, pero luego se convirtió en el jefe de toda la policía de un país feliz y de clima privilegiado. Podría sumar los ejemplos porque imaginación no me falta, pero no deseo aburrir a los lectores ya que creo que, como pasa con la ley de la mal llamada memoria histórica, la iniciativa de Aído sólo deja de manifiesto una ignorancia supina. Vamos a ver. ¿Puede haber algo más progre que Blancanieves, una adolescente que se va de casa, comparte vivienda con siete varones y triunfa en la vida? Es cierto que no había tres enanas, tres enanos y un gay, pero el cuento yo creo que es salvable. Por lo que se refiere a Cenicienta ni siquiera Felipe González destacó tanto en el paso de una extracción humilde a un entendimiento con la monarquía. En realidad, me temo que tras la iniciativa de Aído subyace algo más profundo. Me atrevería a decir que la ministra de Igual-da-que-me-da-lo-mismo odia los cuentos infantiles por la sabia decencia que transmiten generación tras generación. Por ejemplo, sus protagonistas –hombres o mujeres por igual– son leales, valientes, respetuosos de los mayores, defensores del débil, obedientes a los padres, leales a su patria y desprendidos o sea todo lo contrario del ideal progre. Esos cuentos muestran por añadidura la importancia de la iniciativa personal, desprecian al holgazán, señalan el valor del esfuerzo e incluso proporcionan claves para identificar a seres odiosos como las brujas. Por ejemplo, la bruja malvada podía disfrazarse de anciana bondadosa que te ofrecía chocolate o que te brindaba una manzana, pero hasta el niño más lerdo se percataba de que si hacías caso de la bruja podías acabar en la perola como paso previo a que te devoraran. Ése es uno de los grandes aportes de los cuentos tradicionales, el enseñarte a reconocer brujas disfrazadas. A ver si… no, por Dios, ¿cómo se me ha podido pasar algo así por la cabeza?

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