¡CAMPEONES!!!!!!

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lunes, 19 de abril de 2010

César Vidal

Sacco, Vanzetti... y Garzón

En 1920 fueron detenidos en Estados Unidos dos anarquistas italianos llamados Sacco y Vanzetti. La acusación que pesaba sobre ellos no era de carácter político sino que estaba relacionada con un delito común, en concreto, el atraco a una fábrica de zapatos y el asesinato de uno de sus empleados para robar la nómina. Convencidos de que semejante causa podía servir para desacreditar a los Estados Unidos como una nación racista enemiga de los inmigrantes, los agentes de la Komintern iniciaron un movimiento internacional de propaganda encaminado a lograr la liberación de Sacco y Vanzetti a sabiendas de que Sacco era efectivamente un asesino, de que Vanzetti era su encubridor y de que su abogado, al saber la verdad, había decidido abandonar su defensa. En el curso de la campaña internacional de propaganda, los agentes de la Komintern llegaron incluso a reunir más de medio millón de dólares para la defensa de los anarquistas, aunque sólo seis mil dólares fueron empleados con ese fin. A decir verdad, cualquier resultado del proceso beneficiaba a la Komintern. Si Sacco y Vanzetti eran absueltos, la Komintern habría logrado quebrantar el principio de legalidad en una nación respetuosa de la ley como eran los Estados Unidos; si, por el contrario, eran finalmente ejecutados, tendrían dos mártires antiamericanos. Decididos a no dañar la causa del anarquismo, Sacco prefirió callar la verdad a salvar la vida de Vanzetti y lo mismo hizo éste convencido de que ahora su vida tenía un sentido. Así, gracias a un asesino, a un cretino sectario y a la acción de la Komintern nacía uno de los mitos fundamentales de la izquierda. Rememoro esta historia porque el procesamiento del juez Garzón por tres causas de notable gravedad ha deparado a la izquierda y a los nacionalistas una ocasión envidiable para avanzar en su tarea de demoler el Estado de Derecho y de intoxicar a los ciudadanos con una propaganda guerracivilista. Si Garzón, finalmente, resulta absuelto, tanto la izquierda como los nacionalistas podrán felicitarse porque han logrado doblegar al Tribunal Supremo y acabar con uno de los pocos vestigios de independencia judicial que aún quedaban. Si, por el contrario, Garzón es condenado, tanto la izquierda como los nacionalistas contarán con un mártir al que, en términos generales, aborrecen, pero al que podrán agitar como una supuesta señal del regreso del fascismo, un fascismo imaginario que sólo podrá ser conjurado votando a ZP y a sus aliados nacionalistas. En uno y otro caso, Garzón podrá regresar a las listas del PSOE como en los años del GAL y la corrupción, y, como en la farsa de la campaña internacional a favor de Sacco y Vanzetti, si sale cara ganará la izquierda y si sale cruz, perderán los que se le opongan. Pese a todo, las resoluciones judiciales no son iguales ni indiferentes para la sociedad. Por encima de cualquier otra consideración, lo que debe prevalecer en todo momento es la legalidad y el respeto por el ordenamiento jurídico. Debe cumplirse la ley de manera escrupulosa sin que en ese cumplimiento interfieran los intereses políticos de unos y de otros, porque si la ley es respetada y si los jueces cumplen con su misión, estaremos a salvo de la iniquidad por mucho que vocifere la propaganda. Pero si la ley es despreciada y los jueces se amedrentan por los gritos de las hordas, entonces… entonces estaremos a un paso tan sólo de la creación de las checas.

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