¡CAMPEONES!!!!!!

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lunes, 19 de abril de 2010

Federico Jimenez Losantos

LAS CUATRO ESQUINAS

La semana trágica del juez embaucador

Dos comparecencias como imputado en el Supremo y el anuncio de una tercera, siempre por prevaricación, ha cosechado esta semana Baltasar Garzón.

Pese al acto golpista de la Complutense, donde juristas de reconocido prestigio como Berzosa, Cándido Méndez y Toxo reivindicaron la cultura de la Cheka, su abogado negó lo que en sus alegaciones había proclamado el aún juez: que el Supremo le hacía objeto de "persecución ideológica".

"Eso no es asumible", dijo su representante, "porque son tres causas completamente distintas". Y un solo delito verdadero, añadirán sus críticos. En su segunda comparecencia, Garzón se negó a colaborar en el caso de los onerosos cursos de Nueva York. Además de no aportar los datos de su contabilidad, Garzón se mostró despótico con el juez, que tuvo que llamarle la atención.

Y encima nos quiso embaucar diciendo que mandarle por escrito una notificación a Botín sobre el costo de su periplo americano no suponía pedir dinero. Pero tras cometer el error Botín de entenderlo así, no se lo devolvió.

Siempre puede ir de 'número dos' del PSOE en las generales, como en 1993.

El fiscal que tortura la memoria

Carlos Jiménez Villarejo, hermano de José y tío carnal de la ministra de Sanidad, consiguió a comienzos de la década de los 60, tras las oposiciones y la jura de los Principios Fundamentales del Movimiento, el cargo de fiscal, para infligir a los españoles todo el rigor de las leyes de la dictadura franquista.

Casi medio siglo después, sin embargo, ha participado en el acto golpista y garzonita de la Universidad Complutense, con el rector Berzosa como anfitrión y los jefes de UGT y CCOO oscilando entre las tres categorías políticas de la II República, según Ortega: payasos, tenores y jabalíes.

Jiménez Villarejo fue más lejos que nadie en la injuria a los jueces del Supremo que han osado tratar al presunto prevaricador Baltasar Garzón como a un justiciable más.

Los acusó de "torturadores" en grado de encubrimiento, lo cual prueba la batasunización acelerada de la progresía zapaterina. Luego se arrepintió o le arrepintió su familia y dijo que no había dicho lo que todos le oímos y vimos decir.

El TC no osará molestar al PSC

Tras filtrar que, nada menos que tres años y ocho meses después, el Tribunal Constitucional iba a poner el huevo de avestruz del Estatuto de Cataluña, la presidenta María Emilia Casas ha vuelto a fracasar en su empeño de legalizar lo ilegalizable. De nuevo seis contra cuatro, de nuevo mayoría contraria a la ponente semiperpetua Pérez Vera, de nuevo vuelta a empezar. Parecería el enésimo fiasco de Casas, si no fuera porque la vicepresidenta primera del Gobierno, que ya la abroncó en público en la tribuna de un desfile militar, advirtiera que el Constitucional no debía interferir en las elecciones catalanas. Y no interferirá, evitando así un mayor desgaste al PSC, que en las encuestas aparece como gran perdedor.

El marido de la señora Casas cobró de la Generalidad por un dictamen -obviamente favorable- sobre el Estatuto catalán, sin que Doña Emilia haya tenido el decoro de abstenerse tras la jugosa aportación nacionalista. Conciencia escrupulosa. El nuevo ponente va a ser el magistrado presuntamente conservador Guillermo Jiménez, del que se rumorea que se habría pasado al PSOE. O al PSC.

Bono amordaza al servicio

Mientras su patrimonio, declarado o no, seguía aumentando, el presidente del Parlamento Don José Bono ha afrontado un problema aparentemente menor: la renovación de los contratos de restauración y cáterin en el Congreso, hasta ahora desempeñados con indudable éxito por Arturo, del grupo Cantoblanco. La alteración entre hormonal y patrimonial, fruto seguramente de la primavera, ha llevado a Bono a imponer unas durísimas condiciones a los camareros que desempeñarán ese servicio, obligándoles a la más absoluta discreción acerca de lo que vean y oigan en las mesas, so pena de que la empresa adjudicataria pierda inmediatamente la concesión.

Lo cierto es que nunca ha ido ningún camarero a la telebasura para revelar los bisbiseos de Bono y las escasas señorías que frecuentan sus escaños, lo que se explica por la proclividad socialista de 'La Noria' y por el decentísimo comportamiento de los camareros, de una discreción que roza lo sepulcral. No obstante, es posible que su experiencia con el CNI como ministro de Defensa haya vuelto suspicaz al estadista manchego y propietario hípico. Y lo ha pagado el servicio.

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