ASUNTOS INTERNOS
Small is Beautiful
«Preocuparnos sólo por la producción de bienes materiales y no por la gente es actuar motivados por la codicia, y en ese mundo todos perdemos». Y eso que Schumacher aún no sabía hasta qué extremos de degradación moral podían llegar los bancos de inversión y cuánta pobreza y desgracia iban a provocar en todo el mundo vendiendo basura a cambio de un sueldo de 5.500 euros a la hora. El jefe de la banda de Golmand Sachs, John Paulson, ganó casi tres mil millones de euros en 2008 a base de productos tóxicos que acabaron envenenando el sistema.
A diferencia del economista Schumacher, a quien se le entiende todo, los informes sobre el fraude de las subprime no hay quien los entienda. Paulson y sus compinches crearon un metalenguaje para robar de forma elegante y refinada. «Algunos en Wall Street se olvidaron de que detrás de cada dólar con el que comercian hay una familia que quiere comprar una casa y dar educación a sus hijos». Las palabras de Obama proponiendo una reforma financiera para impedir nuevas estafas enlazan con las del humanista Schumacher. Y todavía hay quien tiene la poca vergüenza de criticar al presidente norteamericano por meter en cintura a los estafadores de la globalización.
«Hay que resistir la tentación de que nuestros lujos se vuelvan necesidades», decía Schumacher. Ganar miles de millones -cifras que superan cualquier escala humana- se convirtió en una necesidad patológica para los ejecutivos. Mientras los mercados se hundían, algunos funcionarios de la SEC -encargados de la supervisión de los mercados- se dedicaban a mirar y descargar páginas porno en su jornada laboral. Aun sin manejar el lenguaje de los hedge funds, a la gente ya nos parecía que estábamos ante un asunto pornográfico, ante una película que nunca podría titularse Small is Beautiful.
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