¡CAMPEONES!!!!!!

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jueves, 13 de mayo de 2010

John Müller

La profecía de Zapatero

Mucha gente decía ayer que lo ocurrido con Zapatero era como la conversión de Saulo, que se cayó del caballo camino de Damasco y dejó de ser recaudador de impuestos para hacerse cristiano. No es verdad. Lamento afirmar que el papel bíblico que mejor casa con el presidente es el de Poncio Pilatos, que a la hora de la verdad y ante múltiples presiones se lavó las manos.

Además, se las limpió tan deprisa que si excluimos el histórico recorte de sueldo a los funcionarios o la reducción de la ayuda al desarrollo, el resto de las medidas son desiguales e inciertas y demuestran poco criterio. La congelación de las pensiones es claramente injusta, como señaló Mariano Rajoy, que reclamó que antes de fastidiar a los jubilados se acabe la danza de millones que van a dar las 'embajadas' autonómicas.

La retirada del 'cheque-bebé' y el fin de la retroactividad de la Ley de Dependencia también son socialmente reprochables, pero ya se advirtió, cuando el PSOE se dio el demagógico gusto de convertirlas en ley, que aquello era insostenible en el largo plazo. Cuando Aznar creó su 'cheque-bebé', apenas fue de 100 euros y dijo que no podía dar más porque España «no era rica».

Otras medidas están por concretar. Así ocurre con la reducción de 6.045 millones de inversión pública o los 1.200 millones que deben recortarse en las comunidades autónomas y ayuntamientos.

El paquete tiene la factura del Ministerio de Elena Salgado. Para lo bueno y para lo malo. Para lo bueno, porque identificó correctamente que el recorte del sueldo de los funcionarios era la medida clave para que el ajuste tenga credibilidad, una lección de la crisis griega. Y para lo malo, porque sólo Salgado, que fue ministra de Sanidad, podía aconsejar otro recorte en el precio de los medicamentos que puede llegar a 1.000 millones en un sector al que se le acaban de quitar 1.500 millones. Ni hablar de la adecuación de las dosis, un experimento que supone más costes para la industria que ahorros reales. Ayer, un director general indignado me llamó para quejarse del recorte del 15% que sufrirá en su sueldo. Le recordé que en EL MUNDO, como en muchas otras empresas, nos lo redujimos en ese porcentaje hace ya un año. Y que aquí no disfrutamos de garantía de inamovilidad.

Zapatero despertó la compasión de mucha gente ayer. Verlo obligado a hacer lo mismo que dijo que nunca haría es un enorme fracaso para un político. Y hay gente que cree que Rajoy tuvo que ser menos duro y no recordarle que hace sólo una semana se negó a un ajuste. «Y ahora tendrá que (...) gobernar tutelado, gobernar bajo vigilancia, desarrollar una política económica de un país bajo protectorado», le dijo. Durísimas palabras. Todas ellas ciertas. El 9 de marzo de 2008, día en que Zapatero logró su segunda victoria electoral, el director de este diario planteaba que su eventual triunfo le situaría «frente a todas sus contradicciones y falacias una vez que la fiesta de remar con el viento a favor se ha terminado». Esa profecía, la de que el destino propinaría a Zapatero «una patada en el trasero de todos los españoles», se cumplió en parte ayer.

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