¡CAMPEONES!!!!!!

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sábado, 10 de julio de 2010

David Gistau

Florentino Pérez pierde el Mundial

Entre la semi y la final, transcurren unos días algo vacíos pero expectantes. El fútbol está parado. Los equipos finalistas permanecen enclaustrados. El pulpo Paul, las promesas en caso de ganar y las mozas de buen ver se convierten en un recurso con el que llenar espacio. Y el cronista practica una modalidad distinta de safari: sale, peinando los hoteles de categoría de la ciudad, a cazar a veteranos de otras glorias que ahora son comentaristas de una tele o meros observadores. A las piezas hay que emboscarlas en sus abrevaderos, y el restaurante del Michelangelo sigue siendo el lugar ideal en el que arrancar al menos una frase a Beckenbauer, Pelé o Platini. Y casi a Mugabe, que hace dos noches dejó aparcado en la puerta un impresionante Rolls-Royce, con tan sólo un número 1 en la matrícula con el escudo de Zimbabue, que basta para sintetizar los excesos de su satrapía lunática.

Estos días de espera dan para empezar a plantear conclusiones de este Mundial que no dependen del resultado en la final y que acaso influyan en el fútbol del futuro. La más obvia es el fracaso del modelo confiado a los cracks, a las individualidades de valla publicitaria en torno a las cuales han de acomodarse compañeros que son como los porteadores de Tarzán, y el prestigio, por contra, de la fórmula que confía en equipos que lo son: solidarios, compensados, trabajados técnicamente y no dependientes en el campo de un personalismo. Aun teniendo a Messi, que es otro de los cracks golpeados por este campeonato, ése fue siempre el camino del Barcelona campeonísimo, tan influyente en la selección, que además ahora se nos antoja un precursor del signo de los tiempos.

Por todo ello, es el Real Madrid, con su modelo galáctico, el que va a quedar todavía más desfasado en la nueva era que se abre con el Mundial. No ha sido éste un buen campeonato para el club blanco, que ha contemplado la pérdida de peso específico de sus dos principales imágenes de marca, Kaká y Cristiano, y que ha tenido que resignarse al éxito de un Barsa por otros medios. Por si fuera poco, asistimos a la consagración global de David Villa, a quien el Real Madrid dejó escapar por un pellizco en la negociación de cuatro millones y porque prefería confiar en Benzema, que en Sudáfrica ni existió. Villa ahondará aún más la feliz asociación de ideas entre el Barcelona y la selección, que no será superficial en un país enamorado de su equipo nacional, mientras que el Real Madrid sucumbe a la triste expectativa de cuáles serán los mercenarios ignotos y extranjeros con los que Mourinho armará sus Once del Patíbulo para operaciones especiales. Si España gana el Mundial, ¿habrá un solo hincha del Real Madrid que se resista a aplaudir, en el Clásico del Bernabeu, a los siete titulares de La Furia en el Barcelona que evocarán el equipo que ellos querrían ser?

Ante la final, las sensaciones de Florentino Pérez no han de ser gratas. Si gana Holanda, lo habrá hecho un equipo representado por Sneijder y Robben, jugadores a los que el Real Madrid dio un trato de desechos de tienta y que, desde que salieron de Chamartín, no han parado de jugar bien, de ganar y de hacer grandes a sus clubes de acogida y a su selección. Si gana España, además de la impronta del Barcelona, lo hará Vicente del Bosque, el último entrenador que sacó campeón de Europa al Real Madrid y que hace siete años fue despedido porque Pérez decía que había quedado anticuado y superado por los tiempos. Vaya ojo: la supuesta antigualla no sólo puede convertirse en el primer seleccionador español campeón del mundo, sino que en todo caso, gane o pierda la final, ya es uno de los autores técnicos, con Luis, de un juego excelso y moderno que los entrenadores de otras potencias quieren imitar porque lo consideran el porvenir anunciado. Después de esta fiesta, la idea de regresar a Chamartín y de volver a tener a nuestros virtuosos con el rival es deprimente.

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