¡CAMPEONES!!!!!!

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sábado, 10 de julio de 2010

F. Jiménez Losantos

El penúltimo héroe de la selección

De la Eurocopa que ganó España en 2008 sólo se recuerda un gol, el que marcó Torres en la final, aunque el verdadero héroe fue Casillas, verdugo de Italia en los penaltis. Hay otro gol que supuso la primera Eurocopa en la final contra la URSS, el soberbio testarazo de Marcelino que batió a Yashin, pero está censurado en las televisiones porque la hazaña fue durante el franquismo y perdieron los rojos.
Para colmo, España iba de azul, algo más claro que el de la final de Johanesburgo, pero azul al fin.
En semifinales, el héroe indiscutible, siempre con Casillas de Ángel de la Guarda, ha sido Puyol, con un remate de cabeza a medio camino entre el león y el martillo pilón, marca de la casa.
La incapacidad de España para culminar en gol su juego de ganchillo y filtiré sólo podía romperse a la manera de Alejandro Magno cuando tropezó con el nudo gordiano: no intentó siquiera desatarlo, lo cortó con un golpe seco de su espada.
Puyol, esforzado y discreto siempre, ha encajado la gloria de forma insuperable. Nos ha remitido a otro gol más importante: el próximo de la selección. Mirabile dictu!

¿Una Reina como tú en un lugar como éste?

Para los anales de la diplomacia en paños menores ha quedado la visita por sorpresa de la Reina Sofía al vestuario de la selección española de fútbol.
Iba acertadísima, se dice que por sugerencia de Elena, con los colores de España pero en fino, femenino y distinguido, como corresponde. Convaleciente el Rey de sus achaques, la Reina lo suplió perfectamente en el palco.
Pero la hazaña fue bajar al vestuario y pillar medio desnudos a veintitantas fieras sudorosas, triunfantes y súbitamente perplejas ante la regia visita.
La técnica regia fue alemana al gusto español: como todos se quedaron con la boca abierta, ella habló por ellos, les felicitó, les dio ánimos y estuvo simpatiquísima. Vamos, que ni borbona.
El momento más delicado fue cuando apareció el héroe Puyol, vestido con sólo una toalla y que venía de ducharse y ponerse hielo, no sabemos dónde. Pues también quedó bien.
Del Bosque, que parece de la Casa de Austria, fue el que más tranquilamente encajó la sorpresa. Existía el peligro de que la mantearan o le echasen cerveza, pero la reina lo afrontó con éxito.
Memorable.

El pulpo Paul, la mascota del Mundial

El Mundial de las Sorpresas ha sido el paraíso de las apuestas. Cayeron Italia y Francia, Inglaterra y Argentina y hasta Brasil. Sólo dos favoritos antes del incierto rodar del Jabulani pasaron a semifinales: Alemania y España. Y ahí es donde adquirió pasmosa popularidad internacional el pulpo Paul, habitante del acuario de Oberhausen y doctor esotérico. Nadie más inadecuado para saber de balompié que un pulpo, que es sólo cabeza y brazos, pero Paul triunfa de forma casi desinteresada en el sector del juego. Su técnica de adivinación es sencilla: dos cajas, con los signos de los contendientes y cada una con un mejillón, golosina del pulpo. Paul deambula a su manera grotesca sobre las cajas transparentes y finalmente se coloca sobre una, se zampa el mejillón y elige ganador. Hay un episodio oscuro en la vida de Paul: en la Eurocopa de 2008 vaticinó la victoria de Alemania sobre España y falló. Pero esta vez apostó por el mejillón español y acertó. También ha vaticinado Paul que ganaremos a Holanda. Si triunfa, podría elegirle los ministros a ZP. Acertaría más; y si fallara no se notaría.

Ser español, un deporte de riesgo

En las zonas de España dominadas por el separatismo, el uso del nombre de España y sus símbolos puede acarrear la muerte civil o laboral. También la muerte física, como se ha comprobado de nuevo en Pamplona. Mientras los nacionalistas catalanes preparaban su Jornada Rieffensthal y mostraban su preocupación porque, según Carod, hubiera más banderas españolas que catalanas en los balcones (libertad intolerable y multable), en plenos sanfermines, unos proetarras apuñalaban a un joven gaditano de 24 años. Eran, son, días de fiesta. Y a disfrutarlos iba el joven luciendo la camiseta roja de la selección. Los proetarras agredieron a los andaluces al grito de «españoles de mierda», y en el forcejeo, uno de ellos le pegó un navajazo a traición. Tan de profesional fue la herida que el muchacho ni se dio cuenta hasta unos minutos más tarde. En el hospital, se le diagnosticó una grave herida en el pulmón que pudo ser mortal. Su delito, ser español. Por eso, que debería ser derecho, han muerto cientos de vascos y españoles de todas partes, muchos de ellos andaluces. Ser español es aún deporte de riesgo.

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